domingo, 14 de marzo de 2010

TIEMPO DE CUARESMA


Este tiempo de Cuaresma que nos prepara para la Pascua nos debe ayudar a seguir purificando la idea de Dios. Este Dios Padre-Madre, dador de vida que nos encarga el cuidado de la misma y se extiende a toda la creación.Es importante conocer la parábola del hijo prodigo (Lucas 15,1-3;11-32), que se fue de casa con toda la herencia, la perdió y regresó. Este hijo regresa cuando se sintió roto por dentro, porque necesitó reconciliarse con su padre, porque quedaron heridas abiertas... Tal vez nunca experimentó el amor verdadero o si lo tuvo no lo disfrutó. Sin duda el amor del padre fue siempre generoso, incondicional, legítimo... y al volver destrozado sintió la calidez de la misericordia del padre que lo acogió con un corazón abierto y lo buscó desde el momento en que se fue. Leer de nuevo a Lucas, en esta parábola, nos ayuda a ser como es Dios. Esa es probablemente la verdadera conversión: ajustarse a la idea de Dios, al "Abbá" (papá) de Jesús que se nos revela en el evangelio. Debemos dejar que su palabra llegue a nuestro corazón y que la misericordia entrañable que en ella se expresa cure nuestras heridas y nos permita ser hombres y mujeres nuevos, capaces de sentirnos reconciliados por dentro y luego ejercer en nuestro mundo el ministerio de la reconciliación:"perdonar como somos perdonados".