miércoles, 20 de julio de 2011

Nueva Provincia Claretiana: San José del Sur

En solemne ceremonia nació oficialmente La Provincia de San José del Sur

En una solemne y emotiva eucaristía que congregó a más de 60 misioneros claretianos representantes de Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay, a numerosos laicos responsables de las diversas aéras de apostolado y a unos 40 invitados de las comunidades locales, el sábado 16 de julio quedó oficialmente constituida la nueva Provincia Claretiana de San José del Sur, que agrupa desde ese momento en un solo equipo a los misioneros del Cono Sur americano.

La eucaristía fue presidida por el superior general de la Congregación, P. Josep Mª Abella Batlle, con quien concelebraron los miembros del primer gobierno de la nueva provincia: el flamante provincial, P. Mario Gutiérrez Medina, y sus consejeros, Juan José Chaparro Stivanello, Gustavo Larrazábal Volpe, Joaquín Medina Romero y Alonso Sánchez Matamoros.

Entre los detalles que marcaron el sentido y emotividad del encuentro eucarístico resaltó el signo de la misión compartida entre religiosos y laicos claretianos, cuando las lecturas bíblicas de la festividad de María del Carmen, en el 162º aniversario de la fundación de la Congregación, fueron proclamadas, respectivamente, por Herminia Morales, responsable del área de Misión Solidaria y Jupic en el apostolado claretiano chileno, y Anita Ortiz, secretaria ejecutiva de Ediciones y Comunicaciones Claretianas, Eccla.

Dos nacimientos bajo el mismo sello

El P. Abella destacó en su homilía los rasgos fundamentales con que el 16 de julio de 1849 nació la Congregación en Vich, cerca de Barcelona. Esta fue –dijo el P. Abella- una pequeña agrupación de seis sacerdotes con profundas inquietudes misioneras, que se reunieron aquel día en una estrecha habitación del seminario diocesano de Vich para constituir la que el Fundador, san Antonio Mª Claret, no dudó en calificar como “una gran obra”. Ante las dudas de sus compañeros sobre cómo podría ser ello posible con sus pobres capacidades y recursos, Claret esgrimió como gran argumento la confianza en los planes del Señor, en el Corazón de su Madre y en el sentido de eclesialidad con que los misioneros debían realizar sus obras.

Sobre estas mismas premisas surge en la región más austral de América la nueva provincia de San José del Sur –señaló el P. Abella-. La gran tarea que ella tiene por delante deben emprenderla sus integrantes con igual confianza, y con amor profundo a esa iglesia “que a veces criticamos como los hijos a sus padres, sin perder de vista que son los padres”.

Signos que harán recuerdo

Otros momentos relevantes en la eucaristía fueron: la lectura de los decretos de constitución oficial de la nueva provincia y su gobierno; el juramento de fidelidad del primer provincial, P. Mario Gutiérrez; la entrega de los decretos de nombramiento al nuevo consejo provincial; la renovación de los votos religiosos por parte de todos los claretianos presentes; la entrega de estolas a los presbíteros; la presentación de las ofrendas en manos de los superiores mayores que cesaban en sus cargos, y de quienes celebraban su cumpleaños o aniversarios de su profesión religiosa. Gran emotividad tuvo el testimonio entregado al respecto por el P. Angel Pérez Serrate, misionero en Lambaré, Paraguay, quien cumplía 50 años de profesión religiosa.

Entre las ofrendas presentadas al altar destacaron un hermoso cuadro de la imagen histórica de María que presidió la fundación de la Congregación, y otro de san José.

Animado encuentro familiar

Tras la eucaristía, los asistentes fueron invitados a compartir un ágape familiar en el comedor del centro de formación talagantino. En él los invitados fueron recibidos por el conjunto folklórico del Instituto Nacional -el más antiguo y prestigiado plantel educativo estatal de Chile-, el que se lució con una muestra selecta de danzas tradicionales, bajo la dirección de Manuel Puerto, activo miembro de la familia claretiana y agente pastoral en la parroquia madre de Santiago.

La grata y alegre convivencia, que permitió el reencuentro de muchos de los asistentes, algunos de los cuales no se habían visto por largas décadas, puso el broche de oro a una jornada que será recordada como una de las grandes fechas en la historia de los claretianos en América.